Jubileo de Jóvenes 2025: un llamado a la esperanza
“El mes séptimo, el día diez del mes, el día de la Expiación harás resonar el cuerno por toda la tierra. Declararás santo el año cincuenta, y proclamarás por el país la liberación para todos sus habitantes. Será para ustedes un jubileo.”
Lev 25, 9-10
Desde el antiguo testamento, el año jubilar era un año esperado por muchos, especialmente por quienes no tenían los recursos para liberarse. Muchos de estos jóvenes y adultos que nos reunimos en Roma esperábamos este evento, convocado por el Papa Francisco y desarrollado por el actual Papa León XIV. Algunos llegaron después de hacer varios sacrificios para ahorrar y pagar su viaje, confiando en que tendrían dónde descansar. Nuestro caso fue distinto: teníamos casa y comida aseguradas, y eso fue una bendición.
La presencia de Francisco y la experiencia interior
Se echaba de menos al Papa Francisco, por lo que en nuestro plan estaba visitar su tumba. Desde la puerta de Santa María la Mayor sentí una energía especial. Ya días antes había entrado a la Basílica de San Pedro, pero en esta, todo me iba atrayendo. “Esta es mi puerta”, me dije interiormente. Una de mis compañeras me compartió que ahí mismo se encontró con una religiosa amiga de Francisco, presente en su funeral. Ella le dijo que pensó que él estaría en el Jubileo, y la hermana le respondió: “Él está aquí”. Así lo experimentamos varios: Francisco nos esperaba ahí.
Todo se fue compaginando. Después de visitar la tumba del Papa, vi un confesionario dispuesto con letrero del idioma español. Me apresuré a buscar cómo llegar a él. No pude decir mucho: mi alma estaba envuelta en la misericordia de Dios. Él sabía lo que traía, así que solo dejé salir lo que mi ser sentía. Mi oración posterior la sentí tan sincera y profunda… Solo faltaba participar en la Eucaristía y recibir la comunión, que minutos más tarde pude vivir. Todo se concretó. Por ello, a ese momento lo llamo mi jubileo, mi liberación.




Puertas santas, caminatas y misión compartida
Así como lo viví yo, muchos de quienes nos congregamos tuvieron su propia experiencia de reconciliación y liberación. Era algo que compartí en el grupo de Sacred Heart DNA, con quienes vivimos esta experiencia. Cada quien en su puerta y en su momento.
¿Ir hasta Roma para vivir esto? Pues sí. El ambiente, la preparación previa —tanto personal como en grupo— nos ayudaron a ir en búsqueda de un encuentro con el Dios de Jesús. Por eso valió la pena experimentar cada día: el cansancio físico y emocional, los apretujones para pasar por las puertas de seguridad, las caminatas largas para visitar cada puerta santa, las confesiones y el conocer un poco más de la ciudad antigua.



Encuentro con el Papa León XIV: “Peregrinos de esperanza”
He mencionado que echamos de menos al Papa Francisco; sin embargo, la sorpresa que tuvimos con la visita del Papa León al finalizar la misa de apertura fue emocionante. Los gritos y aplausos de quienes estábamos ahí confirmaron que el Papa es el Papa, no importa quién sea.
Sus palabras hicieron eco en nuestros corazones:
“Ustedes son sal de la tierra y luz del mundo. Sus voces, su entusiasmo y sus gritos son por Jesucristo y serán escuchados hasta el fin del mundo, como peregrinos de esperanza.”



Una vigilia para el alma: música, silencio y comunidad
Durante la vigilia en Tor Vergata, la hermosa música, los momentos de silencio y meditación ante el Santísimo, y las respuestas del Papa a las preguntas de algunos jóvenes, hicieron de esa velada algo único. El cansancio de estar ahí desde varias horas antes, y haber caminado varios kilómetros para llegar, hizo que todo valiera la pena —especialmente para quienes no habían tenido una experiencia de esta magnitud, entre ellos algunos jóvenes de nuestro grupo.
Las raíces del Corazón de Jesús: encuentro con la espiritualidad RSCJ
Haber ido al Jubileo fue también una oportunidad para abrir nuestros sentidos a las raíces de nuestra espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús. Vi gozar y emocionarse a los jóvenes con la visita a Mater en Trinità dei Monti, y durante el recorrido por el museo de Villa Lante, donde vimos y tocamos objetos y cartas de nuestras fundadoras: Santa Magdalena Sofía Barat y Santa Rosa Filipina Duchesne. ¡Increíble!

Un solo corazón: el camino sigue hacia Corea 2026
Así fueron estos días: una mezcla de participar en las actividades propias del Jubileo, como parte de una Iglesia universal, y de acercarnos a las raíces de la Sociedad del Sagrado Corazón.
Gracias al equipo de Sacred Heart DNA por la organización. Gracias a cada provincia que apoyó económica y espiritualmente con sus oraciones para que esto se llevara a cabo. Y gracias a cada participante de los diversos países que apostaron por hacer vida el “cor unum” (un solo corazón).
El camino continúa. Queremos ser un grupo internacional que viva su ser peregrino de esperanza en sus propios países; que nos apoyemos y acompañemos en esta misión.
Así que… el camino continúa.
Vamos ahora rumbo a la Jornada Mundial
de la Juventud en Corea, 2026.
