Una mujer de corazón universal
El 25 de mayo de 1925, el Papa Pío XI proclamó santa a Magdalena Sofía Barat, fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Este 2025, celebramos el centenario de su canonización, y con él, renovamos la gratitud por una vida que ha dejado huella en muchas generaciones de personas especialmente de niñas, niños y jóvenes en diferentes partes del mundo.
Magdalena Sofía fue una mujer nacida en tiempos turbulentos (Joigny, 1779), testigo de la Revolución Francesa y de la transformación política, religiosa y social de Francia. En ese contexto, escuchó una llamada clara: manifestar el amor del Corazón de Jesús a través de la educación. Su intuición fue tan profunda como revolucionaria: transformar el mundo formando corazones capaces de amar, discernir y servir.

El camino hacia la santidad reconocida

Desde sus primeros pasos como fundadora (1800) hasta su muerte en 1865, Magdalena Sofía dio forma a una red viva de comunidades, colegios y, escuelas gratuitas. Su proceso de canonización comenzó con su beatificación en 1908, y culminó en 1925 con su proclamación como Santa.
Desde sus primeros pasos como fundadora (1800) hasta su muerte en 1865, Magdalena Sofía dio forma a una red viva de comunidades, colegios y, escuelas gratuitas. Su proceso de canonización comenzó con su beatificación en 1908, y culminó en 1925 con su proclamación como Santa.
Un dato curioso: durante su exhumación, su cuerpo fue hallado incorrupto, lo que impresionó tanto a fieles como al tribunal eclesiástico de la causa. Debido a la persecución religiosa en Francia a inicios del siglo XX, su cuerpo fue trasladado a Bélgica. No fue sino hasta 2009 que regresó a París, a la iglesia de Saint-François-Xavier, donde hoy puede visitarse.


Su canonización no fue simplemente un reconocimiento personal. Fue una validación eclesial de su intuición educativa y de su forma única de vivir el Evangelio: desde el interior, en comunidad, al servicio del mundo.
Un legado educativo vivo
En palabras de la Filosofía de la Educación del Sagrado Corazón:
“La educación es un proceso de humanización. Es un camino de transformación que brota de la contemplación del Corazón traspasado de Jesús.”
Para Sofía, educar no era solo transmitir saberes: era una forma de amar, una forma concreta de dar vida. Veía en cada persona un corazón único, amado por Dios, y creía que el mundo podía cambiar si se formaban personas con profundidad, compasión y compromiso.

Su visión inspiró el nacimiento de escuelas en los cinco continentes. Hoy, la Sociedad está presente en más de 40 países. En México, su legado se expresa en comunidades educativas, proyectos sociales, espacios de oración y caminos de formación para la vida. (Si quieres conocer más visita: https://rscjinternational.org/es/sobre-nosotras/)
Sus palabras hoy siguen resonando:
“Por una sola niña, habría fundado la Sociedad del Sagrado Corazón.”
Una espiritualidad encarnada en el mundo
Magdalena Sofía supo pasar de la adoración del Corazón de Jesús al compromiso con los corazones heridos de la humanidad. Observando las heridas del mundo, renunció a su deseo de vida contemplativa y fundó una congregación de vida mixta, que integrara la contemplación con la acción apostólica.

Su espiritualidad es profundamente evangélica, femenina y de inspiración ignaciana. Se fundamenta en la unión y conformidad con el Corazón de Jesús. De allí la interioridad, el amor, el discernimiento, la libertad, el silencio orante y la audacia. Vivió una profunda unión con el Corazón de Jesús, a quien confiaba sus decisiones y a quien volvía en cada dificultad. De esa fuente nació una manera de mirar el mundo: con compasión activa y esperanza crítica.
Educar al modo del Corazón de Jesús hoy

Celebrar los 100 años de la canonización de Santa Magdalena Sofía es también renovar nuestra llamada como educadores y educadoras del Sagrado Corazón. Su legado no es un museo; es un camino que seguimos recorriendo hoy, allí donde alguien:
- escucha con ternura,
- enseña con libertad,
- acompaña procesos,
- construye comunidad,
- transforma desde dentro.
“Somos llamados a formar comunidades que integren el silencio, la interioridad, la escucha y el diálogo. Educamos para una ciudadanía global, compasiva y comprometida con la justicia.”
Una Santa para nuestros tiempos
En un mundo herido, fragmentado, urgido de sentido y comunión, Santa Magdalena Sofía es más actual que nunca. Su capacidad de adaptación, su audacia apostólica, su amor al diálogo y su respeto por cada persona la convierten en una guía para la misión educativa, espiritual y social de hoy.
Ella no solo fundó una congregación, fundó un modo de estar en el mundo: con un corazón abierto, una mente despierta y una vida orientada a Dios.

Gracias, Sofía

Este 25 de mayo, damos gracias por Sofía:
por su vida, su fe, su ternura firme, su valentía amorosa.
Por cada corazón tocado por su misión.
Por cada educador, religiosa, joven, familia que hoy sigue creyendo que el amor transforma.
Que podamos, como ella, dejarnos moldear por el Corazón de Jesús.
Y que nuestro compromiso diario sea testimonio de una espiritualidad viva, esperanzadora y profundamente humana.
La Sociedad del Sagrado Corazón, fundada por Santa Magdalena Sofía en 1800, continúa extendiendo su misión en los cinco continentes. Hoy, más de 1,800 Religiosas del Sagrado Corazón (RSCJ) están presentes en 40 países, acompañadas por una amplia red de educadoras, laicas/os, colaboradores/as y exalumnas/os que forman parte de la Familia del Sagrado Corazón.
Desde colegios y proyectos comunitarios hasta espacios de espiritualidad, universidades, redes sociales y acompañamiento pastoral, su legado educativo y espiritual sigue tocando corazones, abriendo caminos y sembrando esperanza.