El 17 de julio de 2014 el vuelo 17 de Malaysian Airlines fue derribado por un cohete lanzado por fuerzas pro-rusas en la región ucraniana de Donetsk. A bordo se encontraba nuestra hermana australiana, Phil Tiernan, quien regresaba de un taller en Inglaterra, un retiro en Joigny, y de una reunión de familia en Holanda. Phil falleció en Ucrania.
No fue la primera RSCJ en perder la vida en ese país. Allí yacen otras de nuestras hermanas. Pero para explicar por qué, tendremos que explorar la historia de la Sociedad en Ucrania, una historia que comenzó hace casi 180 años.
En el siglo XIX, Lviv (también conocida como Lemberg, Lwów y Leopolis) fue una ciudad donde polacos, rutenos, ucranianos, judíos, armenios, alemanes, austriacos, húngaros, escoceses, turcos y tártaros vivían juntos. Lviv, que ha sido, a su vez, polaca, austriaca, rusa y, finalmente, ucraniana, formó parte de la monarquía de los Habsburgo desde 1772 (cuando los Habsburgo crearon el reino de Galicia y Lodomeria después de la Primera Partición Polaca de la Mancomunidad Polaco-Lituana) hasta 1918, y era conocida en alemán como Lemberg.
En 1841, un sacerdote jesuita pidió a Magdalena Sofía que enviara un grupo de religiosas que pudieran hacerse cargo de un grupo de mujeres jóvenes bajo su dirección en una residencia en Lviv. Esta invitación la inspiró la nobleza de Galicia (polaca), que quería una buena educación de origen francés (en lugar de alemán) para sus hijas. El Instituto del Sagrado Corazón en Lviv reflejó la apertura, la tolerancia y la simpatía por otras naciones, así como la cordialidad mutua que siempre ha caracterizado a los habitantes de Lviv. Las jóvenes del instituto pertenecían a diversas clases sociales e incluso a diversas creencias.
Durante la Primera Guerra Mundial, la Galicia polaca fue ocupada por los rusos, reconquistada en 1915 por el Imperio austrohúngaro, y luego en 1918 por las fuerzas polacas. En 1939, las tropas soviéticas ocuparon el este de Polonia, donde se encontraba Lviv, entonces el centro de la Vicaría. La M. Vicaria de la Vicaría (antiguo término para las provincias) de Lviv desde 1936 fue la Madre Zofia Günter, RSCJ polaca. Durante la primera ocupación soviética, cuando Lviv quedó totalmente aislada de la Sociedad, la madre Paula Werhahn, una RSCJ alemana, fue su sucesora.
El tiempo más difícil para las religiosas fue la primera ocupación soviética, de septiembre de 1939 a junio de 1941. El edificio fue ocupado por una escuela ucraniana. La casa de Lwów quedo completamente aislada. La ciudad pasó a depender de Ucrania y se impuso la enseñanza en ucraniano. Las religiosas se vieron obligadas a abandonar la casa, a buscar refugio y a encontrar trabajo para ganarse la vida. El Sagrado Corazón llevaba casi 100 años en esta ciudad, y las religiosas tenían relaciones amistosas. Por lo tanto, les resultó fácil colocarse como sirvientas en familias amigas, como educadoras de niños, o como guardianas de casa abandonadas, a menudo forzosamente, por sus propietarios.
Durante la ocupación alemana de Lviv, la ya mencionada M. Werhahn, superiora de la Casa de Berlín, utilizó su influencia y logró que la Wehrmacht alemana ocupara los conventos polacos, usándolos como hospitales militares, lo que los salvó de la ocupación de la Gestapo. Las religiosas permanecieron allí e incluso organizaron cursos clandestinos para jóvenes, que supuestamente las ayudaban a recoger la ropa de los soldados para remendarla. Esto continuó hasta la segunda ocupación soviética en julio de 1944. El convento continuó sirviendo como hospital militar y las clases clandestinas continuaron también.
En 1945, las antiguas tierras polacas fueron incorporadas a la República Socialista Soviética de Ucrania, y la Casa de Lviv tuvo que ser cerrada. En la primavera de 1946 llegó la orden de evacuación para todas las religiosas de Lviv y de las regiones que habían pertenecido a Polonia antes de 1939. Las órdenes eran severas: a las hermanas que no eran ciudadanas polacas no se les permitía salir. Entre ellas estaban las hermanas Vavra (checa) y Baillet (francesa), ambas muy viejas. Dos hermanas polacas permanecieron con ellas: María Krupa como enfermera, y Elzbieta Walchnowska, como superiora de la pequeña comunidad. Tuvieron la suerte de poder permanecer en la casa de la Sociedad hasta 1949, cuando se les asignó un pequeño apartamento.
Cuando tres de las hermanas murieron, la Hermana Walchnowska tuvo la oportunidad de regresar a Polonia, pero el Primado de Polonia, el Cardenal Wyszynski, pidió que se le permitiera continuar en Lviv. Ella misma también estaba convencida de que no podía abandonar su puesto, ya que estaba ayudando y apoyando a los polacos que permanecían en Lviv. Quedaban pocos sacerdotes y las iglesias estaban cerradas. Solo la catedral de rito latino permanecía abierta. La hermana Walchnowska se convirtió en sacristana y secretaria. Preparaba secretamente a los niños para la Primera Comunión, fabricaba hostias para las iglesias vecinas, y copiaba el Ordo con su hermosa escritura, para enviarlo a los sacerdotes deportados a Rusia para que pudieran celebrar la Misa.
La Ha. Walchnowska continuó con estas labores hasta que vencieron sus fuerzas. Su enfermedad, larga y llena de sufrimiento, fue el último acto de su apostolado en Lviv. Murió allí el 24 de febrero de 1971. Con la muerte de la hermana Walchnowska, la terminó presencia de la Sociedad en la actual Ucrania.
Dos países en los que la Sociedad está presente hoy día comparten su frontera con Ucrania: Polonia y Hungría. Urszula Glowacka, RSCJ de Polonia, escribe:
“Fuimos a la estación de tren, la estación de Varsovia Este, para ver lo que estaba pasando y averiguar cómo ayudar. El tren de Ucrania acaba de llegar; en su mayoría venían madres jóvenes con hijos. La imagen de un niño pequeño permanece conmigo. Con una mano se aferra a su madre, con la otra, un oso de peluche – un peluche que los voluntarios le dieron…con los ojos tan tristes y tan asustados. El bolso de mamá, esa es toda su fortuna. ¡No puedes evitar emocionarte y dejarte conmover!
En la estación, un gran número de personas: viajeros, refugiados y ayudantes; voluntarios en un Punto de Información especial para ucranianos (hay muchos de estos en todas las ciudades de Polonia) y personas de buena voluntad que traen todo lo que pueden, comida, medicina. Los mercados instalaron mesas con comida gratis. Los autobuses también estaban estacionados en la estación, transportando alimentos y medicinas, y regresando a Ucrania. Los refugiados de Ucrania no compran billetes a Polonia. Basta con un pasaporte. Los recién llegados van a escuelas, casas particulares y centros turísticos. Todo está bien organizado. Oro por la gracia de buscar a Dios que se revela en esta realidad, en estas situaciones, en la incertidumbre, en el cambio… y le pido la capacidad de escuchar la vida.”
Al igual que la Ha. Urszula, también nosotros pedimos a Dios la capacidad de escuchar la vida, con nuestras hermanas a quienes esta guerra toca de cerca, y con las que están presentes en la frontera en nombre de la Sociedad.
En las palabras de las provinciales de Europa,
“Cuando una parte del cuerpo está herida,
el cuerpo entero siente el dolor.”
Lolín Menéndez RSCJ
March 6, 2022
Fuentes:
“Fondation de Lemberg”, manuscrito
Lwöw – Léopol- Lemberg, Krystyna Smigiel RSCJ, traducido por Krystyna Nahlik RSCJ
Margaret Williams RSCJ, Historia de la Sociedad del Sagrado Corazón
Margaret Williams RSCJ, Madeleine Sophie Barat
Monique Luirard RSCJ, La Sociedad del Sagrado Corazón en el mundo de su tiempo 1865 – 2000
Ellen Collesano RSCJ, La tragedia de MH17: Oraciones por Philomene Tiernan RSCJ (rscjinternatiomal.org)
Con la ayuda de Alice Usai, Archivos Generales de la Sociedad del Sagrado Corazón, Roma, y de Bozena Kunicka. Secretaria Provincial de la provincia de Polonia, Laura Moosbrugger RSCJ, Superiora Provincial de la provincia Centro Europa, y Lukas Winder, Archivero de la provincia de Europa Central