Que ese espíritu se traduzca, sobre todo, en la práctica de la humildad, de su íntima hermana, la pobreza, y por último de la obediencia, vínculo y defensa de las demás virtudes. Si éstas dominan, puedo asegurar para siempre la prosperidad y la existencia de la Sociedad…
Mantengan a cualquier precio y a costa de cualquier sacrificio la fidelidad a nuestras reglas; extiendan tan lejos como puedan el conocimiento y el amor al Corazón de Jesús, y lleven donde quiera que vayan el buen olor de Aquel cuyo nombre llevamos, aunque no somos dignas de ello…