Nuestra espiritualidad está centrada en el Corazón de Jesús. El corazón expresa en la Biblia el centro de la persona, el lugar donde residen no sólo los sentimientos, sino también los pensamientos, los deseos profundos, las decisiones. “Los pensamientos de su corazón subsisten de edad en edad…” (Salmo 33) Así, hablar del Corazón de Jesús significa hablar de lo que Jesús es. Qué pensó, sintió, eligió. Cómo eran sus relaciones, su manera de ser.
La imagen del Sagrado Corazón, con sus brazos abiertos, nos permite entrever:
- Que Jesús es un hombre con corazón, con interioridad, afectividad, opciones.
- Que Dios mismo es profundamente humano, porque a través de Jesús podemos percibir que nuestro Dios es también así: un Dios con corazón, capaz de conmoverse, acercarse, hacerse solidario.
- Que el amor se expresa visiblemente a través de acciones concretas y profundamente transformadoras: perdonar, curar, incluir, compartir.