Oración por las vocaciones. Mes de marzo

Pastoral vocacional y voluntariado rscj internacional

Evangelio según San Lucas 1, 26-38

“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.”

Ayudas para la reflexión:

María en su quehacer cotidiano, recibe este anuncio. ¡Qué anuncio! Un anuncio que cambia la historia, que cambia nuestros destinos, que, con la respuesta generosa de María, que no quiere decir que tuviese todo claro, sino, al contrario, la generosidad parte por reconocer que nada es propio, sino que todo viene de Dios. La generosidad nos hace vivir confiadas y agradecidas. Que donde hay generosidad no hay temor.

Se dice que María era tan solo una doncella cuando recibió esta noticia de parte de Dios, que para nuestra época sería un crimen un embarazo tan adolescente. Pero sí, eran otros tiempos, así como el de muchas hermanas nuestras que entraron a la Sociedad teniendo 16, 17, 18 años. Así como para Dios no hay nada imposible, la edad tampoco es un obstáculo para seguir respondiendo con generosidad y alegría al querer de Dios.

Algunas preguntas que pueden ayudar a reflexionar y  a compartir con tu familia o con tu comunidad:

Hago memoria de mi vocación a la vida, de mi llamado a algún servicio hacia los otros y otras ¿A qué edad fue? ¿Cómo fue esa invitación de Dios para que compartiera mi vida, de ese modo y en esos espacios?

Así como el ángel le dijo a María: “Alégrate”; ¿Cuáles han sido las alegrías que Dios me ha regalado al compartir mi vida desde dicha vocación a la vida y al servicio?

Después del compartir, les invitamos a:

Ser mujeres y hombre agradecidos porque Dios nos ha mirado a cada una y uno por lo que somos. Por lo que hemos vivido en las distintas etapas que nos encontramos, que el Señor nos siga recordando su llamado para renovar de manera más simple y honesta nuestro “sí” a la vocación por la vida y el servicio.

Ayudános a Pedir por las mujeres que están preguntándose por la opción a la vida religiosa, especialmente para la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. 

También pidamos a Magdalena Sofía (fundadora de la congregación), que nos envíe “adoradoras” a la Sociedad del Sagrado Corazón, que el Señor nos ayude a ser testimonio de su amor y acoger a las nuevas generaciones.

Puedes expresar tus Intenciones personales…

Terminar con la Oración por las Vocaciones, acceder al siguiente link https://www.youtube.com/watch?v=kKnT-Xhz-fI